Como era de esperar, el proceso de compra de un Bugatti es muy diferente a la compra de un Chevrolet o un Volkswagen, solo por citar algunos ejemplos. Para llevar a cabo la venta, Anita tiene que reunirse para dar a conocer los modelos disponibles y el tiempo que tardarán en llegar. A continuación visita la fábrica para que el cliente tenga una prueba de manejo con el piloto oficial de Bugatti, Pierre Henri. Después de esto, el comprador se reúne con el equipo de ventas para resolver algunos detalles, y luego se firme el contrato una vez realizado el depósito.
Al exorbitante costo del Bugatti Veyron, hay que sumar los miles de dólares que gastan sus dueños en hacerlos aun más exclusivos. Cada uno de ellos es una obra de arte. Por ejemplo, alguno de los clientes de Anita Krizsan ordenó que al vehículo se le hicieran algunas modificaciones a su auto. Con la ayuda de de Koniglice Porzellan Manufaktur de Berlín se crearon diferentes piezas de porcelana para el vehículo, como el tapón del combustible, rines y elementos de la cabina. Otro caso excéntrico es un Veyron con elementos de oro.
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